
Famosa pintura de da vinci la cena
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Henry James la calificó de “ilustre inválida”, mientras que Aldous Huxley la llamó “la obra de arte más triste del mundo”. Ninguno de los dos se refería al tema de una de las obras de arte más importantes y conmovedoras del mundo, sino a siglos de espantoso abandono, que hicieron que la Última Cena de Leonardo adoptara la condición de un póster soplado por una mosca en la pared del metro.
El cuadro se encuentra en la iglesia de Santa Maria delle Grazie de Milán. En permanente proceso de restauración, debido a su estado de deterioro, la primera visión de la misma deja claro lo que James quería decir. La gente visita el cuadro “con suspiros de despedida y precauciones casi de lecho de muerte o de puntillas”, señalaba, y es tal su estado de descamación y desmoronamiento que no se puede creer que el cuadro siga intacto si se decide volver a visitarlo.
Gran parte de la culpa la tiene el propio Leonardo da Vinci, por supuesto. Quijotescamente, eligió completar su obra maestra con pintura al óleo (un medio mucho menos fiable en la época del Renacimiento que en la actualidad) en lugar de hacerlo con la técnica de la acuarela al fresco, de secado rápido y estable. En cinco años, el cuadro se desmoronó. Doscientos años más tarde, las tropas de Napoleón utilizaban la pared y el cuadro para hacer prácticas de tiro. Una bomba de la Segunda Guerra Mundial arrasó la mayor parte de Santa María, dejando sólo el muro con la pintura de Leonardo… ¿un milagro, quizás?
La interpretación de la última cena
Leonardo ha sido descrito a menudo como el arquetipo del “hombre del Renacimiento”, un hombre cuya curiosidad aparentemente infinita sólo era igualada por su capacidad de invención. Se le considera uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y quizá la persona con más talento que haya existido jamás.
Leonardo era y es conocido sobre todo como pintor. Dos de sus obras, la Gioconda y La última cena, ocupan posiciones únicas como los retratos y pinturas religiosas más famosas, más reproducidas y más parodiadas de todos los tiempos, y su fama sólo se aproxima a la de La creación de Adán de Miguel Ángel. El dibujo del Hombre de Vitruvio de Leonardo también es un icono. Se conservan unos quince cuadros suyos, cuyo número es reducido debido a su constante, y a menudo desastrosa, experimentación con nuevas técnicas, y a su procrastinación crónica. Sin embargo, estas pocas obras, junto con sus cuadernos de notas, que contienen dibujos, diagramas científicos y sus reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyen una contribución a las generaciones posteriores de artistas sólo comparable a la de su contemporáneo Miguel Ángel.
La última cena da vinci
Si alguna vez se ha esforzado por ver la Mona Lisa de Da Vinci en el Louvre, quizá le sorprenda descubrir que La última cena mide la friolera de 8,80 metros de ancho. Esto se debe a que Da Vinci la pintó en la pared del refractario (comedor) del monasterio dominicano de Santa Maria delle Grazie en Milán. Comenzó a trabajar en el cuadro de Cristo y sus discípulos a petición del duque de Milán en 1495, y lo terminó dos años después.
Esta escena no es original. La última cena de Cristo ha sido un tema popular a lo largo de la historia del arte. Pero lo que hace que la versión de Da Vinci sea tan especial es que capta la gran tensión de una escena concreta del Evangelio de San Juan. El cuadro representa el momento extremadamente dramático y crucial justo después de que Jesús les diga a sus apóstoles que sabe que uno de ellos le traicionará. Las expresiones faciales de los apóstoles están llenas de vida, revelando conmoción, horror y rabia.
Desde el punto de vista técnico, el uso de la perspectiva aquí es magistral. Da Vinci, ingeniero y arquitecto, midió con precisión todos los aspectos del cuadro para atraer la mirada del espectador hacia el centro y el punto de fuga al lado de la cabeza de Cristo. Desde este punto, Da Vinci utilizó cuerdas para crear líneas diagonales. Si se imaginan las líneas que irradian desde la sien derecha de Cristo, se encontrarán con las esquinas de las ventanas, las líneas del techo, las esquinas de la mesa y los paneles de la pared.
La última cena jesus christ superstar
La última cena (en italiano: Il Cenacolo [il tʃeˈnaːkolo] o L’Ultima Cena [ˈlultima ˈtʃeːna]) es una pintura mural del alto renacimiento italiano Leonardo da Vinci, fechada hacia 1495-1498. El cuadro representa la escena de la Última Cena de Jesús con los Doce Apóstoles, tal y como se relata en el Evangelio de Juan, concretamente el momento en que Jesús anuncia que uno de sus apóstoles le traicionará[1] Su manejo del espacio, el dominio de la perspectiva, el tratamiento del movimiento y la compleja exhibición de las emociones humanas lo han convertido en uno de los cuadros más reconocibles del mundo occidental y en una de las obras más célebres de Leonardo[2] Algunos comentaristas lo consideran fundamental para inaugurar la transición a lo que hoy se denomina Alto Renacimiento[3][4].
La obra fue encargada como parte de un plan de renovación de la iglesia y sus edificios conventuales por el mecenas de Leonardo, Ludovico Sforza, duque de Milán. Para permitir su inconsistente calendario de pintura y sus frecuentes revisiones, está pintada con materiales que permitían alteraciones regulares: témpera sobre gesso, brea y masilla. Debido a los métodos utilizados, a diversos factores ambientales y a los daños intencionados, hoy en día queda poco de la pintura original, a pesar de los numerosos intentos de restauración, el último de los cuales finalizó en 1999. Ubicada en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia, La última cena es su obra más grande, aparte de la Sala delle Asse.
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